La educación del futuro

Por Mikel Agirregabiria

Un alegato más (en los primeros tres minutos del vídeo) contra la uniformidad de un modelo caduco de sistema educativo creado en el siglo XIX, con escuelas que se asemejan a las fábricas industriales del pasado. Por ello, alguien como Alvin Toffler citando palabras de Bill Gates aboga por un remplazo, mejor que por reformas menores y consecutivas que no alteran la estructura obsoleta. Avanza que ese remplazo será inevitable y traumático. Vía, en origen, de un post de «El caparazón».

Estas claves, y otras coincidentes, apuntan que una mutación disruptiva podría producirse en la educación podría ser un «cisne negro«, de aquellos que se descubrió que existían en Australia cuando durante siglos se pensó que todos los cisnes eran blancos. Este fenómeno, ha sido interpretado sociológica e históricamente por Nassim Nicholas Taleb (ver post anterior).

Abajo, un segundo mensaje aún más contundente de Alvin Toffler, quien aparece junto a su esposa Heidi Toffler: «Ahora, y nunca sucedió antes en la historia, son los niños quienes pueden enseñarnos a los mayores»…

Muchos más vídeos de Alvin Toffler. También vale la pena repasar Cómo los niños se enseñan a sí mismos, experiencia en la India de Sugata Mitra con su iniciativa del «agujero en la pared» que es citada en el vídeo por Alvin Toffler.

Fuente: Mikel Agirregabiria. Post original aquí.

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Diez pasos para introducir la web 2.0 en las universidades

Por Andrés Pedreño Muñoz

Cinco pasos básicos

  • Mentalizar a nuestros profesores de que el conocimiento es abierto. El nuevo principio de la economía del conocimiento es irrenunciable: «el conocimiento que se comparte crece y mejora». Esto lo tienen hoy más claro los chefs de la cocina creativa que algunos de nuestros profesores (cocineros y universitarios)
Al respecto me gustaría la importancia de dos iniciativas: una del MIT impulsada a principios de esta década y denominada OpenCourseWare (OCW) y la otra una plataforma de transferencia de tecnología que surgió de Innocentive y que actualmente se plasma en un proyecto iberoamericano «Innoversia».
OCW es sencillamente la iniciativa de invitar al profesorado de una universidad (el hecho de que el proyecto lo iniciara el MIT tiene mucha relevancia simbólica) a poner sus materiales docentes en la web, en un sistema abierto, claro y accesible para el alumno de cualquier universidad (o para al público en general). Innoversia es una plataforma que persigue hacer interactuar a investigadores y empresas, a oferentes y demandantes de I+D+I (para un poco más detalle ver OpenCourseWare: Consorcio en beta e Innoversia: demandas y ofertas de investigación).El valor de ambas propuestas, todavía con elementos definitorios de la web 1.0, es que rompen barreras dentro de las universidades. Barreras entre profesor y alumno; entre investigadores y empresas. Créanme que si tuviera alguna influencia política aconsejaría apostar de forma muy fuerte por estos dos proyectos. Su implantación y desarrollo reportarían muy notables beneficios no solo para nuestro sistema universitario sino para nuestro país.
  • Orientar nuestros campus virtuales a tareas administrativas y a la reingeniería de procesos jurídico-administrativos. Tal y como los concebimos estamos poniendo puertas al campo. Mientras que la sociedad proclama la libre difusión del conocimiento nosotros, en el ámbito universitario, lo encerramos en compartimentos estancos. Créanme que los alumnos y la sociedad comprenderán esto cada vez mucho menos.
  • Fomentar y dar incentivos a la introducción de herramientas web 2.0 de fácil comprensión: blogs wikis, etc… Aunque en mi opinión los blogs o las wikis son herramientas de transición entre las web 1.0 y la 2.0, estas herramientas pueden contribuir a facilitar un «entrenamiento» hacia metas más ambiciosas.
  • Fomentar y dar incentivos a la creación de redes abiertas. Especialmente de redes virtuales de profesorado a través de las herramientas web 2.0
  • Pasar de un modelo basado en la evaluación del rendimiento individual a un modelo mixto que dé cabida al trabajo colaborativo y a otras formas de aprendizaje y aptitudes definitorias de la web 2.0.

 

Cinco pasos más avanzados.

Me limitaré a resumir algunas líneas:

  • Apuestas decididas por el aprendizaje activo. Cambiar radicalmente los métodos de enseñanza pasiva por métodos interactivos, atractivos, experimentales, de bajo coste, moldeables y flexibles, siempre en el marco del aprendizaje activo.
  • A renglón seguido y derivándose del paso anterior, dar el mayor protagonismo y capacidad de iniciativa al alumno en los procesos de aprendizaje y en la toma de decisiones. Esto significaría la necesidad de abrir bastante las puertas; desde un vídeo de Youtube a artículos, experimentos y debates online, etc. donde los alumnos construyen sus propios sistemas de aprendizaje. (Vídeos académicos,  OCW, edupunk…)
  • Desarrollar redes especializadas de aprendizaje abiertas donde sea relevante la interacción del alumno con otros alumnos (de dentro y fuera de la universidad), fomentar el trabajo colaborativo.
  • Integrar de lleno el concepto de red social en el ámbito universitario. Aprender de las herramientas y recursos de las redes sociales… Profundizar en la cultura de compartir y hacer progresar el conocimiento.
  • Dejar que nos enseñen los «nativos digitales» cómo quieren aprender… Sería un indicador de que hemos logrado un plena integración del profesorado. Que estamos en la Universidad 2.0.

Sacadas de la conferencia en la UIMP «Inventando la Universidad 2.0». Ver Universidad 2.0.

Fuente: El Blog de Andrés Pedreño. Post original aquí.

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Reinvenciones

Por cumClavis

De nada sirve debatir en torno a la utilidad del conocimiento acumulado para afrontar los nuevos retos. Si alguien ha pensado que podemos deshacernos con un chasquido de dedos de todo lo aprendido está totalmente equivocado. Si alguna cosa sabemos de nuestro cerebro es que desecha poco y acumula capas sucesivas a lo ya aprendido. Desaprender consiste en echar paladas de nuevo conocimiento a lo que ya existe y que permanece allí…como mucho sin que se note. No existe otro programa de desinstalación de contenidos que no sea la demencia

Ante esto, discutir si cabe o no prescindir de lo que ya conocemos es un poco querer rizar el rizo y echar más palabras a este inmenso vertedero lleno ya de ellas…imposible ver algo con una mirada nueva e ignorante de lo que ya ha visto. Todo se construye sobre capas tectónicas de innovación anterior.

Pero, aún así, el momento actual exige de metodologías, capacidades y puntos de vista absolutamente nuevos y por descubrir que no se corresponden con las herramientas de las que disponemos para crearlas. Mucho me temo que poco de lo anterior nos servirá en este nuevo entorno. No hay vuelta atrás y si de alguna cosa nos ha de servir el conocimiento acumulado es para no volver a repetir lo que ya sabemos a dónde nos conduce. Todo parece indicarnos que hemos de reinventarnos, pero… ¿Cómo?

Ahora que se habla de tiempos líquidos y de su incidencia en aspectos como la planificación o la gestión y el desarrollo de los equipos y de las personas, me pregunto cuán líquidos somos nosotros, los profesionales que nos dedicamos a asesorar, formar o a orientar y cuán líquidas son nuestras metodologías y técnicas como para adaptarse a este nuevo escenario donde parece haberse instalado perennemente lo transitorio.

Fuente: Blog.[cumClavis]. Post original aquí.

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Los 10 principios del aprendizaje del futuro

Por Andrés Ubierna

Los modos en los que se aprende fueron cambiando en forma notable durante las últimas dos décadas aprovechando el avance innovador de las tecnologías. Según la investigación encarada por Cathy Davidson y David Goldberg, y publicada en su reciente paper The Future of Learning por MIT Press, las instituciones de aprendizaje han cambiado a una velocidad mucho menor.

Los autores proponen 10 princpios con los cuales articular el pensamiento de las futuras organizaciones de aprendizaje.

  • Auto aprendizaje
  • Estructuras horizontales
  • De la autoridad presunta a la credibilidad colectiva
  • Una pedagogía descentralizada
  • Aprendizaje en red
  • Educación  a código abierto
  • Aprendizaje como conectividad e interactividad
  • Aprendizaje durante toda la vida
  • Instituciones educativa como movilizadoras del redes
  • Escalabilidad y simulación flexible

Para quienes les ocupe el tema de los sistemas de aprendizaje, arriba dejé el enlace a este artículo por si desean leerlo completito… bien interesante.

Cambiando abruptamente el eje da la conversación,  te propongo ahora que compartas cuáles son las estrategias, actitudes, valores y prácticas que facilitan tu aprendizaje dentro del trabajo y en la vida en general.

Acá van algunos de los factores que suelen ayudar:

  • Basar la autoestima en la habilidad de aprender, y no en lograr siempre los resultados que queremos, ya que esto último no depende sólo de nosotros.
  • Dedicar tiempo a reflexionar sobre qué cosas podemos mejorar y cómo hacerlo.
  • Evaluar los resultados que conseguimos, inluyendo la calidad de las interacciones que mantenemos y el nivel de bienestar que experimentamos.
  • No defendernos y buscar entender a quienes nos muestran formas distintas a la propia para hacer las cosas mejor.
  • Dialogar sobre los errores con foco en mejorar a futuro, en vez de focalizarnos en el pasado.
  • Asumir responsabilidad incondicional frente cualquier circunstancia, y especialmente ante el error, y meternos con nosotros mismos, sin buscar culpables allí afuera.
  • Reconocer con humildad los límites de las formas propias de ver las cosas.
  • Tener clara una meta superadora, mantenerla presente y comprometerse en su consecución.
  • Pedir ayuda, y aceptar ayuda
  • Chequear si nuestras maneras actuales de pensar y observar lo que sucede, están contribuyendo a las dificultades que tenemos para mejorar.
  • Crear una red o grupo confiable de respaldo y aprendizaje, y reunirse con frecuencia.
  • Prestar atención a la emocionalidad, detectar sobrecargas emocionales y percatarse de cualquier distorsión cognitiva.
  • Vivir con intensidad e impecabilidad, esforzándose por mantener la coherencia entre el comportamiento y los valores.
  • No desperdiciar energía peleándose con lo que pasa cuando lo que pasa no coincide con lo que queremos que pase, y perseguir lo que queremos sin resignarse ni rendirse.
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Las 3 habilidades de pensamiento esenciales para mejorar

Hace unos 10 años atrás me encontraba participando en un programa de desarrollo organizacional en el cual estaba inmersa la compañía en la que trabajaba. En aquel momento conocí a Andrés Ubierna, facilitador de este proceso, de quien aprendí y sigo aprendido día a día. Un Gran Amigo.

Como soporte o base teórica recibí una serie de libros entre los cuales estaba La Meta de Goldratt y Jeff Cox. Casi al final del libro se abre un diálogo entre el protagonista, Alex Rogo, y su colaborador Lou, en el que intercambian opiniones intensamente, tratando de descubrir mecanismos que los ayuden frente a la crisis de productividad  que estaban viviendo en la organización. De este diálogo emergen tres procesos de pensamiento.

  • El primero orientado a responder la pregunta ¿Qué cambiar?
  • El segundo proceso de pensamiento nos conduce a la respuesta a la pregunta ¿Hacia qué cambiar?
  • El tercer proceso de pensamiento buscar responder  ¿Cómo causar el cambio?

Producir mejoras es una de las metas que hacen al management. Es lógico que si quiero mejorar tendré que cambiar algo, ya que hacer lo mismo que vengo haciendo para llegar a una lugar mejor, no resulta una estrategia efectiva. Por eso considero que estas tres preguntas sencillas resumen las habilidades de pensamiento, observación, diálogo, reflexión…, esenciales y que todo manager que busca mejoras debería desarrollar y llegar a dominar para poder responderlas: ¿Qué cambiar?, ¿Hacia qué cambiar?, ¿Cómo causar el cambio?

Alex Rogo se lo plantea a Lou en forma simple y tajante: “Piénsalo, si el manager no obtiene las respuestas a estas tres preguntas ¿tiene derecho a llamarse manager?”.

Te paso la posta de este planteo que dejo abierto, ya que me gustaría conocer tu opinión.

Por Pablo Staffolani.

Fuente: Puerto Managers Blog. Post original aquí.

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Lo único que no cambia es el permanente cambio

Todo cambia de forma constante, por lo que lo que ayer pensábamos ya hoy no lo sentimos nuestro. Lo que ayer era garantía de éxito, hoy podría ser que no funcione.

Decía Carl Jung en “The Stages of Life” (las fases de la vida): “Totalmente desprevenidos, entramos enel atardecer de la vida. Peor aún, nos adentramos en él con la falsa presunción de que nuestros ideales y verdades nos servirán igual que hasta ahora. Pero no podemos vivir el atardecer de nuestra vida según el programa de la mañana de la vida, pues lo que en la mañana era mucho, en el atardecer será poco, y lo que en la mañana era verdadero, por la tarde se habrá convertido en falso“.

Los primeros que cambiamos somos nosotros, lo que vivimos nos cambia, y en consecuencia percibimos el mundo, nuestro entorno de forma distinta, y eso lo cambia todo para nosotros. En consecuencia hemos de estar preparados para con toda nuestra creatividad afrontar las nuevas situaciones que sí o sí, se nos darán y no seguir intentando utilizar las herramientas que nos fueron validas anteriormente.

Hay una cita (no recuerdo de quien era) que dice que si únicamente tienes en la mano un martillo, todo lo que veas te parecerán clavos. Nutrámonos de recursos y herramientas que nos permitan afrontar los cambios constantes con nuevas y creativas soluciones.

Fuente: Desde la Trinchera, por Fernando Álvarez. Post original aquí.

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Enfoque para una planificación útil

Por cumClavis

La manera de enfocar los procesos de planificación es uno de aquellos aspectos que se han visto más afectados por el cuestionamiento al que estoy sometiendo estos dos últimos años a los conceptos y métodos que he utilizado, prácticamente desde siempre.
Tengo la sospecha de que algo relacionado con la artificialidad de su elaboración y la poca filtración de su espíritu en la organización tienen mucho que ver con su [falta de] utilidad y la forma en que son [no] vividos por todos los miembros de la Organización.
Últimamente, he tenido la oportunidad de conducir algunos proyectos para elaborar planes directores donde he apostado, junto a mis clientes, por una metodología basada en los siguientes elementos:
> Dedicarle tiempo, mucho tiempo a reflexionar, definir… dibujar una imagen clara del modelo organizativo al que se quiere llegar y por el que se quiere apostar.
> Estructurar el proceso según una lógica no tanto racional como natural. Es decir, no se trata tanto de seguir la lógica del discurso sino la del proceso que lo genera. Cada paso dado ha de ser funcional y conducir claramente a los siguientes.
> Integrar en la elaboración del plan a la mayoría de aquellas personas que, más o menos directamente, estén vinculadas con la organización y con el desarrollo de su papel en su entorno.
Al margen de posibles singularidades en la manera de abordar ciertas partes del proceso, quiero remarcar los elementos clave en los que se apoya mi aproximación metodológica:
1. Delimitar el alcance de la demanda. Es importante dejar claros a los responsables del proyecto los aspectos clave de la metodología y aquellos riesgos que supone. Obtener un acuerdo en este aspecto es fundamental y determinante para la propuesta técnica que se elabora. Una vez aprobada, en esta fase inicial se trata de constituir el equipo de planificación y acordar una agenda de trabajo para todo el proyecto.
2. Protagonismo del espacio colaborativo [wikiClavis]. La wiki se ha de elaborar desde el primer momento. Como he comentado recientemente, es importante, desde el principio, imbuir a la wiki del papel que va a tener como condensadora de toda aquella información que se genere en el proyecto.
3. Importancia en la definición del modelo ideal al que dirigirse. Vendría a ser como la descripción detallada de una visión pero sin el elemento inalcanzable que suele caracterizarlas, algo que, en contra de lo que siempre he querido pensar, las vuelve bastantes inútiles y genera su abandono. Lo que persigo no es tanto el difícil [e impredecible] compromiso de decidir el punto futuro en el que estar, como la inmersión de las personas implicadas en el concepto de movimiento hacia un punto futuro situado más allá del día siguiente. Suelo trabajar en torno a unas preguntas concretas: Cuál debería ser nuestro papel de aquí a cinco años [por ejemplo], qué servicios ofreceremos, a qué públicos nos dirigiremos, cómo trabajaremos, qué nos caracterizará, cómo nos organizaremos, etc. Esta reflexión se inicia con los trabajadores para seguir desarrollándose con el equipo de planificación e incluso hacerse extensiva a personas clave, externas a la organización. El resultado ha de ser la apuesta de tod@s por un modelo común, debatido y contrastado. Es importante dedicarle tiempo a darle vueltas y reflexionar sobre este modelo ideal porque va a ser la materia prima de la que se va a desprender y destilar posteriormente la formulación más clásica del plan [misión, líneas, objetivos…]
4. Impulsar grupos para el análisis y el diagnóstico del punto de partida. Se trata de aprovechar el conocimiento de tod@ los trabajadores y activarlo para valorar el alcance del modelo actual sobre el deseado. Partiendo del modelo ideal elaborado se escogen de 3 a 4 ámbitos de análisis [prestación de servicios, organización, etc.] para ser trabajados por sendos grupos de trabajadores de la Organización. Para ello se parte de una reunión de trabajo de unas dos horas de duración donde se revisa el modelo ideal desarrollado, se forman los grupos y se explica la consigna de trabajo. En total, los grupos disponen de un mes para realizar un análisis de los aspectos que apoyan y de aquellas variables que dificultan hacer realidad el modelo ideal. También se les anima a que propongan aquellas ideas de mejora que se les ocurran para contrarrestar los aspectos débiles. Cada grupo se auto-organiza y queda citado para una reunión plenaria donde expondrá sus resultados y debatirá los resultados expuestos por los otros grupos. Todo el material trabajado, así como las diferentes ideas surgidas en el debate se expone en la wiki para facilitar su continua revisión. Este balance no tan sólo suele ser un buen material para la formulación de los objetivos específicos para el año siguiente sino que es decisivo para atemperar la formulación de los objetivos estratégicos.
Lo importante es que, a diferencia de otras maneras más tradicionales donde se prioriza la formulación de los objetivos y se suele empezar con la formulación de la misión, en el enfoque que expongo en este post, el tiempo dedicado a la reflexión viene a suponer el 75% del tiempo total del proyecto y la misión, líneas, objetivos, etc., se elaboran dentro del 25% restante, como destilado cristalino de un proceso de reflexión y de génesis de ilusión denso.

Si os interesa un esquema completo de este enfoque metodológico, me ha quedado casualmente estructurado en 10 pasos en el mapa de ideas que encontraréis aquí.

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Peter Drucker: Hacia la nueva organización

El autor, una de las máximas autoridades mundiales en gestión de empresas, despliega su pensamiento acerca del nuevo tipo de relaciones vigentes en las organizaciones, donde el control y el mando ceden su lugar al consenso.

Por Peter Drucker

Durante más de un siglo, a partir de la década de 1860, la tendencia mundial se encaminó hacia una sociedad compuesta por empleados de grandes organizaciones. Esta tendencia parecía inexorable e irreversible. El best-seller mundial de 1965 fue un libro escrito por un político y periodista francés, Jean-Jacques Servan-Schreiber, titulado Le Défi américain (El desafío americano). Servan-Schreiber predijo que, hacia 1990, las cuatro quintas partes de las manufacturas del mundo se encontrarían en manos de, como mucho, 15 empresas multinacionales norteamericanas, cada una de las cuales emplearía a cientos de miles de personas a nivel mundial. Pero en el momento preciso en el que este libro vendía miles de ejemplares, la ola cambió. La producción y las ventas de la economía mundial se han triplicado en los 30 años transcurridos desde esa fecha. Pero, desde mediados de los ’60, la mayor parte de las grandes empresas de ese momento –norteamericanas, británicas, alemanas, francesas, suizas e incluso japonesas– han perdido participación en el mercado en el mundo entero. Teniendo en cuenta los ajustes por inflación, muy pocas han crecido, excepto a través de las fusiones o adquisiciones. Un ejemplo: en los últimos años, las exportaciones norteamericanas de manufacturas prácticamente se han duplicado. Entre 80% y 90% de ese crecimiento provino de pequeñas y medianas empresas. De hecho, antes solíamos hablar de economías de escala y hoy hablamos cada vez más de deseconomías de escala. Sociedad de empleados En 1914, antes del estallido de la Primera Guerra, la mayor parte de los integrantes de la fuerza laboral de todos los países desarrollados eran empleados, pero no trabajaban para una organización; prestaban servicios a un amo como mano de obra contratada o aparceros, como empleados domésticos, o como aprendices y oficiales en tiendas de artesanos. Sólo los obreros de las fábricas trabajaban para una organización y, de todos formas, representaban una pequeña minoría –no superaban 10% de la fuerza laboral, incluso en los países más industrializados–. Para 1965, por lo menos cuatro quintas partes de esa fuerza laboral del mundo desarrollado se habían convertido en empleados de empresas. De hecho, los programas de la Great Society del presidente Lyndon B. Johnson, tales como Medicare –el programa de salud para la población en general administrado por el gobierno–, suponían que para 1990 o 1995, casi todos los integrantes de la fuerza laboral norteamericana habrían de convertirse en empleados de una gran organización (y, de esta forma, contarían con un seguro de salud pagado por el empleador y con una jubilación también aportada por él). Pero justo cuando todos habían aceptado ya este pronóstico, la corriente cambió de dirección. Es cierto que la gran mayoría de las fuerzas laborales de los países altamente desarrollados trabaja para –o al menos con– una empresa. Pero cada vez con mayor frecuencia, se desempeñan no como empleados de una organización sino como trabajadores temporarios, para un contratista que ofrece servicios de tercerización, como expertos que brindan servicios especializados, etc. Sociedad de redes Nos dirigimos hacia una sociedad de redes más que una sociedad de empleados. Durante más de un siglo, desde las décadas de 1860 y 1870, las organizaciones se basaron en la propiedad. Una empresa típica era dueña de aquello que consideraba su negocio, o al menos lo controlaba. Existían los proveedores y distribuidores independientes, pero ellos estaban afuera. La organización se basaba en el comando y el control, y estaba anclada en la propiedad. Esta sigue siendo la estructura de las empresas tradicionales pero cada vez con más frecuencia el comando y el control está siendo reemplazado por todo tipo de relaciones, tales como alianzas, joint ventures, participaciones minoritarias, sociedades y acuerdos de marketing, relaciones todas en las que nadie controla y nadie ejerce el mando. Estas relaciones deben basarse en un entendimiento común de objetivos, políticas y estrategias, en el trabajo en equipo y en la persuasión porque, de lo contrario, no funcionan. Y mientras la antigua organización basada en la propiedad, que se caracterizaba por el comando y el control apuntaba a ser permanente, muchas de las nuevas relaciones son temporarias o ad hoc. Progresivamente, las empresas, incluso las más pequeñas, deben ser dirigidas como si se tratara de transnacionales. Su mercado puede seguir siendo local o regional, pero la competencia que enfrentan es global. Su estrategia también debe ser global en términos de tecnología y finanzas, productos y mercados, información y personas. Organización necesaria Al observar todos estos cambios y toda esta confusión, muchos hablan del «fin de las organizaciones». Sin embargo, ésta es una de las cosas que podemos afirmar con certeza que no van a ocurrir. Sin duda, y en teoría, la anarquía –la ausencia de la organización– es la teoría más coherente y persuasiva. El único defecto que tiene es que no funciona. Las organizaciones serán aún más necesarias que antes. Precisamente porque tendremos tanta ambigüedad, tanta flexibilidad y tantas variaciones, se requerirá una mayor claridad con relación a la misión, los valores y la estrategia, para equilibrar las metas de corto y largo plazo, para definir los resultados. Por sobre todas las cosas, se necesitará absoluta claridad con respecto a quién debe tomar las decisiones finales y quién estará al mando en los momentos de crisis. El significado de la palabra organización está sufriendo grandes cambios. La primera definición de organización –podríamos decir la primera teoría de la organización– proviene de la manera en la cual Federico el Grande, rey de Prusia, definió a mediados del siglo XVIII, su invento del ejército moderno. «Un ejército», dijo, «está compuesto por tres partes: la infantería, que camina; la caballería, que cabalga, y la artillería, que es arrastrada.» En otras palabras, a la organización se la define según la forma en la que se realizan los diferentes trabajos. Este concepto fue la base de todas las organizaciones militares de la Segunda Guerra Mundial. Pero también fue el concepto que sustentó el primer intento por definir a las organizaciones empresarias: la teoría de la empresa manufacturera, desarrollada en tiempos de la Primera Guerra Mundial por un ejecutivo francés, Henri Fayol, el número uno de lo que era en ese entonces la compañía de explotación de carbón más importante de Europa. El objetivo de la organización es que el trabajo se realice. Esto requiere una estructura que coloca a los trabajos similares, como la ingeniería, la fabricación y las ventas, en departamentos. Después de la Primera Guerra Mundial y de la reorganización de General Motors Corporation por parte de Alfred Sloan (y que culminó en la década de los ’50 con la descentralización de la American General Electric Company), superpusimos al modelo de Fayol una estructura denominada «unidad de negocios». Esta estructura intenta equilibrar la preocupación interna por realizar el trabajo con la preocupación externa por atender al mercado. Sigue siendo el enfoque más aceptado y sirve de sustento al debate actual sobre el equilibrio de las «capacidades centrales» y el «enfoque hacia el mercado», y también atiende a la preocupación por la reingeniería. El costado social Acaba de emerger un enfoque totalmente nuevo que no reemplaza a los antiguos, sino que se superpone a ellos y que dice que el objetivo de las organizaciones consiste en obtener resultados afuera, es decir, lograr un buen desempeño en el mercado. Sin embargo, la organización es algo más que una máquina, como plantea la estructura de Fayol. La organización va más allá de lo económico, definido por los resultados obtenidos en el mercado. La organización es, por sobre todas las cosas, social. Está compuesta por personas. Por lo tanto, su propósito debe ser poner en marcha las fortalezas de la gente y hacer irrelevantes sus debilidades. En verdad, ésa es una de las cosas que sólo puede hacer la organización –y la razón por la cual la tenemos y necesitamos tenerla–. Pero aunque estos cambios que afectan a la estructura de la organización pueden ser importantes, como también lo son los cambios resultantes que experimenta su estructura, más importante aún es el hecho de que nos alejamos rápidamente de la creencia de que debe haber una teoría de la organización y una estructura ideal, creencia que sirvió de base a la definición de ejército de Federico el Grande, a la «empresa de fabricación típica» de Fayol y a las unidades de negocios de General Motors con Alfred Sloan y General Electric con Jack Welch. Progresivamente, las organizaciones irán adoptando un enfoque diferente: con distintos propósitos, distintos tipos de trabajo, distintas personas y diferentes culturas. La organización no es sólo una herramienta. Revela valores. Revela la personalidad de una empresa, de una institución sin fines de lucro o de un organismo gubernamental. Define y, al mismo tiempo, es definida por los resultados de un esfuerzo determinado. El hecho más novedoso es que nos movemos rápidamente hacia una pluralidad y un pluralismo de organizaciones. Nos estamos acercando rápidamente a las nuevas organizaciones.

 

© MERCADO

Del mismo autor en este blog:

¿Cuál es nuestro negocio, y cuál debería ser? (serie de seis post)

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Anotaciones heréticas sobre planificación

Por cumClavis

Sostengo que cuando se trata de establecer metas y proponerse retos, los análisis concienzudos calzan más del lado de la parálisis [para algunos llamada prudencia] que de otra cosa y no es que esté en contra de trabajar con unos mínimos de seguridad, no, sino que creo que el análisis de posibilidades va íntimamente parejo a la toma de consciencia de las imposibilidades y que la naturaleza humana lleva indefectiblemente a hacer lo que se puede en vez de a lo que se quiere.

En resumen, nuestra vertiente límbica influye más de lo que creemos en la sobrevalorada vertiente cortical y, ante la mínima expresión de alarma en nuestro entorno, no podemos hacer nada para evitar parapetarnos y proteger aquello que tenemos. Una actitud a todas luces contraria al cacareado espíritu de ilusión y riesgo que hay que mostrar cuando se planifica y se enfoca un proceso de cambio.

Por eso, a mí, los análisis DAFO me dan como repelús [el término ya me produce una reacción alérgica] cuando se los coloca en el estadio inicial del proceso y los veo como nubarrones más o menos negros [dependiendo de lo cargados que vayan de amenazas y de debilidades] que circulan filtrando la luz más que iluminando….que es como, por otro lado, se pretende que los veamos.

En los últimos proyectos de planificación en los que he estado colaborando, y casi de manera natural, la información procedente del análisis de Oportunidades/Amenazas y Fortalezas/Debilidades la he aprovechado fundamentalmente para invitar a la reflexión respecto a lo que va a suponer desarrollar aquellas actuaciones, ya formuladas e inspiradas directamente en el Modelo ideal al que se quiere llegar, que al fin y al cabo es aquello que se desea y no necesariamente a donde nos lleve la dirección en la que soplan los vientos de un DAFO.

En cuanto al espinoso tema de los objetivos, antes solía diferenciarlos entre estratégicos [genéricos o a largo plazo] y operativos[específicos o a corto plazo] pero, en la práctica, la formulación de los objetivos a largo plazo siempre da muchos problemas ya que, cuando posteriormente han de desgranarse en objetivos a corto plazo, acciones, etc., suelen formularse mediante grandes enunciados, muygeneralistas y demasiado poco concretos como para poder seguirlos y controlarlos. Así que abogo por la formulación de objetivos,independientemente de sus plazos y de que éstos se orienten directamente a aquellos resultados que estén en sintonía con el Modelo trazado… suele ser mucho más sencillo, claro y operativo para tod@s.

Una vez formulados los objetivos, propongo determinar aquellas acciones necesarias para lograrlos, donde otros más ortodoxos formularían, seguramente, objetivos más específicos. Pero he decidido no liarla y optar, si es posible, por estructuras más sencillas y orientadas a resultados. He comprobado que la formulación de tanto objetivo comporta un alejamiento del motivo fundamental del que se desprende todo el Plan, el Modelo al que se quiere llegar.

Suelo distinguir entre tres tipologías diferentes de acciones. Por un lado están aquellas que se desprenden directamente de las fases para lograr el propio objetivo. Por otro lado están acciones específicas dirigidas a aquellas debilidades que deben fortalecerse y, finalmente, las acciones dirigidas a optimizar y/o canalizar recursos necesarios para el logro de los objetivos, las cuales también pueden desprenderse del análisis realizado de los factores del entorno e internos. Para esto sirve también un buen DAFO, para saber qué hemos de hacer, NO para saber qué hemos de querer.

Fuente: Blog.[cumClavis]. Post original aquí.

Del mismo autor en este blog:

«Quo Vadis» (Planificar es sólo trazar un rumbo)

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Cómo superar las 4 etapas de la resistencia al cambio

Las ideas innovadoras generan resistencias

En su libro “How to get your ideas adopted (and change the world)» Anne Miller explica las dificultades con que se tropieza para lograr que una buena idea sea adoptada por los demás. Analiza las etapas de la resistencia y dice que mucho depende del arte para exponerlas.
Aunque la necesidad de creatividad y de cambio es ahora más importante que nunca, los innovadores siempre tropiezan con dificultades para que se acepten sus ideas, aunque lo que propongan pueda mejorar el negocio.

Toda idea nueva debe atravesar por cuatro etapas de resistencia, y cuanto más importante o más creativa sea, más resistencia provocará. Las etapas son bien diferentes entre sí, de modo que requieren tácticas para superarlas, especialmente la 1,2 y 4, que suelen ser ignoradas.

Etapa 1. 
En la primera etapa de resistencia, la gente literalmente no ve la idea porque está prestando atención a cosas que parecen más importantes; entonces, todo lo que no parece relevante es ignorado.
Cuando la gente está en esta etapa, una crisis puede ser realmente útil porque abre los ojos de la gente a la necesidad de cambio.

Etapa 2.  
En la segunda etapa de resistencia, la gente está consciente de la necesidad de cambio o de la idea propuesta, pero no está lo suficientemente motivada para actuar, entonces pone todo tipo de excusas, como “es demasiado arriesgado” o “no es prioritario”. Este etapa es frustrante y un innovfador puede perder mucho tiempo tratando de despejar todas las preocupaciones. Luego le pondrán otras.

La gente se muestra helada ante la idea porque teme que, los costos del cambio sean mayores a la necesidad de cambiar. Esos costos incluyen no sólo los financieros sino también factores psicolóticos como “¿Cuánto esfuerzo tendré que poner?»

Hay muchas técnicas para superar esta etapa, pero muy efectivo puede resultar introducir pequeños cambios en la forma de explicar la idea.

Etapa 3.  
En esta etapa la gente por fin se interesa en la idea, entonces el innovador será interrogado y le pedirán que la explique. Esta sería la gran oportunidad para transmitir el entusiasmo, pero muchas veces se encuentran tan desmoralizados por la resistencia e la etapa dos que no prestan la debida atención a la visión que la inspiró. Se limitan a explicar que no implica riesgos. Muchas veces aburren a su público con una larga discusión de los detalles.

Esto es lamentable, porque la audiencia rápidamente decide que las ventajas no justifican la inversión. Los innovadores, en cambio, obtendrían una mucho mejor recepción si explicaran en pocas palabras por qué la idea es interesante y va a ayudar a la compañía. Siempre habrá zonas de riesgo e incertidumbre, pero se pueden despejar discutiendo planes para superarlas.

Etapa 4. 
Cuando la idea ha sido bien presentada, el innovador suele sentir la tentación de relajarse y disfrutar su gloria, pero eso es un error. Lo mismo que las buenas intenciones de empezar una dieta o dejar de fumar suelen desaparecer con el tiempo, las presiones de la vida cotidiana podrían aniquilar el interés de la gente en la idea nueva.

Un innovador hábil lo advierte y así seguirá, tranquilamente y persistentemente reforzando y sosteniendo su idea hasta que por fin se introduzca tan a fondo en toda la gente que no será raro que alguien llegue a decir “¿No lo hicimos siempre de esta manera?”

LUN 26 OCT 2009 | 17:30

Fuente: Pensamiento Imaginactivo. Post original aquí.

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